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Es una verdad universalmente reconocida que las estaciones, en Galicia, son dos: de Samaín a Beltane, la del cocido, y de Beltane a Samaín, la del churrasco. Bienvenido todo el mundo a la estación del churrasco.
Empecemos por el principio. Antes de la romanización de Galicia, los pobladores de los territorios de la Europa Atlántica habían desarrollado unas formas de medir el tiempo cronológico a partir de la observación de los astros y de los ciclos que se repiten en la naturaleza. Se considera que, con la música, la literatura oral y las pinturas rupestres, la observación del paso del tiempo ha sido una de las primeras actividades intelectuales de la humanidad.
Estos pueblos atlánticos, que se han dado en situar dentro de una cultura céltica, dividían el año en dos estaciones. Una estación de las tinieblas, que comenzaba con los festejos de Samaín (sobre el 1 de noviembre, el punto intermedio entre el equinoccio de otoño y el solsticio de invierno), que celebraran el fin de las cosechas y las preparaciones para resguardarse de los rigores invernales, y una estación de la luz, que daba inicio en Beltane (alrededor del 1 de mayo, justo a medio camino entre el equinoccio de primavera y el solsticio de verano), una llamada a la fertilidad de la tierra, los cultivos y los ganados. Reconocemos las antiguas tradiciones de Samaín y Beltane en las celebraciones de Difuntos y los Maios que todavía perviven en Galicia. Desde hace unos años, esa comunidad creciente que es el Galituíter (las personas que tuitean en gallego en esta red social de microblogging) ha establecido que la estación de las luces es también la estación de las churrascadas. Carne de ternera y cerdo a la parrilla. Unos chorizos frescos. Largas sobremesas a la sombra en estos días con atardeceres tardíos y ganas de reencontrarnos con la familia y las amistades.
La cesta de churrasco de Son de Lugo ofrece falda de ternera gallega suprema de A Carqueixa, costillar de cerdo de Embutidos de Suarna y chorizos frescos de porco celta de Céltico. Podrá recibirlo en su dmicilio en formatos de 2,5, 5 y 10 kilos, porque en Son de Lugo procuramos adaptarnos a familias y grupos de amigos de distintas dimensiones. Cada uno de los productos de la cesta de churrasco de Son de Lugo llegará a su casa envasado al vacío individualmente y debidamente refrigerado.
El churrasco es tan, tan gallego que nos llegó desde la emigración a América, como tantas de nuestras mejores tradiciones. Cuentan los cronistas que la primera churrasquería de Galicia empezó a servir carnes a la brasa en A Pobra do Brollón, en la Ribeira Sacra, en los años setenta del siglo pasado. Tal ha sido el éxito de esta forma de preparar la excelencia de nuestras carnes de ternera y de cerdo que se ha instalado en nuestros corazones y en nuestras costumbres. ¿Quién se atrevería a negar que las churrascadas son hoy una de nuestras señas de identidad?
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