Miel Melosa está formado por una familia de Trabado que, por motivos laborales se mudó a Becerreá.

Por el 2018, el preocupante estado de las alvarizas (llamadas cortines en esta zona) que habían sido de sus antepasados y donde en su tiempo había habido colmenas, Hugo, uno de los integrantes de esta familia, decidió restaurarlas junto con una cabaña pequeña de pastoreo que estaba del lado. Colocó allí colmenas y creó la marca Melosa. Recibe este nombre porque antiguamente en la zona de Trabado había mucho oso.

Su proceso es totalmente artesanal: para acceder al cortín únicamente se puede ir en tractor, ya que hasta se cruza un pequeño río; emplean humo con hojas naturales para dañar menos las abejas; les dejan mucha miel durante el invierno porque es duro; cambian las ceras de forma muy escrupulosa haciendo que las abejas dispongan de cera renovada todos los años... Una buena muestra de que el entorno es privilegiado, y del buen trato que tienen las abejas es la escasa mortandad que tienen (en torno a un 2%), algo que les permitió crecer enseguida pasando en 3 años de 6 a 130 colmenas.

El proceso de extracción de la miel se hace en frío, para no dañar la miel y se deposita 25 días en un bidón, en una sala con deshumidificadores y comienzan a envasarlo. Las abejas se encuentran inmersas en plena naturaleza, sin tráfico ni contaminación, ni pesticidas y se realiza un proceso en el que se cuida la calidad al máximo. Las abejas extraen la miel principalmente de la floración del brezo, de la carqueixa, del castaño, de las zarzas y también del mielato de roble. El más característico de esta miel es que, pese a ser una miel de montaña y de color negro, tiene un sabor muy dulce, al tiempo que intenso, y no es nada amargo como ocurre con otras mieles de montaña con presencia del brezo.